lunes, 29 de abril de 2019

Una rosa para emily

Una rosa para emily



Cuando murio la señorita emily grieson, casi toda la ciudad asistio a su funeral;los hombres, con esa especia respetuosa devocion ante un monumento que desaparece; las mujeres, en su mayoria animadas de un sentimiento de curiosidad por ver por dentro de la casa en que nadie habia entrado en ultimo diez años.



salvo a un viejo sirviente, que hacia de cocinero y jardinero a la vez. la casa era un construccion cuadrada pesada, que habia sido blanca en otro tiempo, decorada con cupulas, voluntos, espirilas y balcones en el pesado estilo del siglo XVII; asentada en la calle principal de la ciudad en los tiempos en los que se construyo.

se habia visto invadida mas tardes por garajes y fabricas de algodon, que habian llegado incluso a borrar el recuerdo de los ilustres nombres del vecindario. tan solo habia quedado la casa de la señorita emily, levantando su permanente y coqueta decadencia sobre los vagones de algodon y bomba de gasolina.



la vista entre los demas cosas que tambien la ofendian. y ahora la señorita emily habia ido a reunirse con representantes de aquellos ilustres hombre que descansaban en el sombreado cenmenterio, entre las alineadas y anonimas tumbas de los soldados de la union que habian caido en la batalla de jefferson.

mientra vivia la señortia emily habia sido para la ciudad una tradicion, un deber y un cuidado, una especie de heredera tradicion, que estaba databa deñ dia en que el coronel santorir el mayor autor del edicto que ordenaba que ninguna mujer negra podria salir a la calle sin delantal la eximio de sus impuestos.



dispensa que habia comenzado cuando murio su padre y que mas tarde fue ortogada a perpetuidad. y no es que la señortia emily fuera capaz de aceptar caridad. pero el coronel sartoris invento un cuento, diciendo que el padre de la señorita emily habia hecho un prestamo a la ciudad.

que la ciudad se valia de este medio de pagar la deuda contraida. solo un hombre de la generacion y del modo de ser del coronel sartoris hubiera sido capaz de inventar una excusa semjanta, y solo una mujer como la señorita emily podria haber dado por buena esta historia

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